jueves, 16 de febrero de 2012

2º Capítulo: TAURO

CAPÍTULO 2º: TAURO, EL TORO.  Las Bases para Crecer.
(Bases históricas, filosóficas y astronómicas de la Astrología. Conceptos básicos)


BASES HISTÓRICAS DE LA ASTROLOGÍA

Desde el comienzo de la humanidad el ser humano se ha visto enfrentado con fenómenos de la Naturaleza que no comprendía o que estaban fuera de su limitado alcance. Estas situaciones, aparte de causarle temor, incertidumbre y ser motivo de todo tipo de mitos, que pudieran "explicarlas" y paliaran su temor hacia lo desconocido, han sido, son y seguirán siendo, el motor que nos dirige hacia metas cada vez más amplias, pues lo desconocido y misterioso siempre excita la curiosidad del ser humano.

Mucho antes que dispusiera de una escritura apropiada para transmitir sus ideas y experiencias, el hombre primitivo dejó señales de su actividad en los utensilios e instrumentos que utilizaba. Entre los muchos útiles que nos legó, se han encontrado trozos de asta y hueso grabados con símbolos que representan las fases lunares y que constituyeron un primitivo calendario. La observación de las variaciones en la forma aparente de nuestro satélite, pudo ser fuente de temores, supersticiones o desconocidas "actividades de los dioses", pero sin duda permitió crear un método muy apropiado y práctico para medir los ciclos naturales.

La gran revolución agrícola del Neolítico transformó a los grupos tribales, dedicados a la caza, en asentamientos comunitarios fundamentalmente agrícolas. Con el surgimiento de estas primeras comunidades, el cálculo preciso del tiempo se convirtió en elemento imprescindible para la supervivencia, al depender el éxito de las cosechas del momento apropiado para la siembra. Dentro este marco histórico surgen las grandes civilizaciones del próximo Oriente y con ellas la Astrología y la Astronomía, como un solo conocimiento indisoluble. En el tercer milenio antes de Cristo, los babilonios, por simple observación, llegaron a identificar los siete principales planetas de nuestro sistema solar (de Mercurio a Saturno). Para los sacerdotes babilónicos los planetas, cuyo movimiento regular por el cielo permitía medir el tiempo, eran divinidades con poder sobre las cosas y los hombres. Posteriormente, los asirios recogieron la tradición astrológica de los babilonios. La biblioteca de tablillas de arcilla de Asurbanipal contenía documentos astrológicos sorprendentemente detallados, podríamos decir que en ellos están los cimientos de la Astrología. De los caldeos y asirios, la Astrología pasó primeramente a Egipto y luego a Grecia.

Aparte de los procesos históricos de la Astrología, la tradición hermética hace referencia a ésta ciencia como un conocimiento sagrado que nos fue legado por el legendario semidiós egipcio Hermes Trimegisto, “el tres veces grande",  como era llamado en el mundo griego al dios egipcio Thot. Este personaje entre mítico y legendario, mediador entre los dioses y los hombres, es considerado por algunos como histórico mientras que otros lo relegan a las brumas de lo mítico, algunos textos que han llegado hasta nuestros días, como el Corpus Hermeticum, el Kybalion o la Tabla Esmeralda, le son atribuidos a él, pero la destrucción de la Biblioteca de Alejandría nos impedirá conocer más sobre este personaje.

Los griegos, receptores de las culturas anteriores, fueron también creadores originales y poéticos,  elaborando mitos que simbolizaban las fuerzas naturales de los "dioses planetarios". Sus filósofos nos legaron los principios sobre la teoría de los cuatro elementos, (aire, fuego, tierra y agua) y su correspondencia con los cuatro humores-temperamentos básicos (sanguíneo, bilioso, flemático y linfático). El primer manual de astrología de la historia, el "Tetrabiblos", fue escrito por el heleno-egipcio Ptolomeo y data del siglo II de nuestra era.

Durante toda la edad media el conocimiento astrológico descansa fundamentalmente en la obra de Ptolomeo y las aportaciones originales, de este periodo histórico, son escasas y poco relevantes. En el Pre-renacimiento, es de destacar algunas contribuciones de la cultura arábiga en cuanto a recopilaciones anteriores y tratados, así como a los almanaques que informaban sobre las posiciones planetarias, lunares, etc. Aportación propia y original de esta cultura fueron los llamados puntos arábigos, puntos del horóscopo de especial sensibilidad de las energías planetarias.

Como es bien conocido, el Renacimiento supone una gran revolución en las mentes y en las ciencias.  Es el momento histórico en el que podemos considerar que nacen las ciencias modernas, en el sentido que actualmente poseen de ciencias experimentales. La teoría heliocéntrica formulada por Copérnico y confirmada por las observaciones de Galileo, con su recién inventado telescopio, inició la gran revolución del pensamiento y de las ciencias celestes.  Posteriormente, las meticulosas observaciones de Tycho Brahe, sobre las posiciones planetarias, permitieron a Kepler formular sus famosas leyes sobre el movimiento planetario en torno al sol, para finalmente alcanzar su máximo desarrollo científico en la teoría de la gravitación universal de Newton. En unas pocas palabras hemos recogido el nacimiento de la astronomía y de la cosmología, pero ellas lo hicieron desde el seno de la astrología:  Galileo se ganaba la vida levantando horóscopos; Tycho Brahe era astrólogo y opuesto a la teoría heliocéntrica de Copérnico, pero sus observaciones, que pretendían rebatirla, supusieron lo contrario; Kepler, apoyandose en las meticulosas observaciones de Ticho Brae sobre el planeta Marte, buscaba una confirmación matemática sobre la armonía de las esferas (teoría astrológico-pitagórica), desde una perspectiva heliocéntrica, cuando descubrió las leyes físicas que hoy llevan su nombre; Newton fue un astrólogo convencido que nunca rechazó esta ciencia (ni su gemela, la alquimia) sino muy al contrario, la investigó y dedicó muchas horas de su vida a la búsqueda de las verdades ocultas. Se refiere que cuando Haley, el descubridor del cometa que lleva su nombre, le hizo un comentario jocoso sobre la astrología, Newton le respondió: "Evidentemente, usted no ha estudiado astrología, yo sí". La ciencia oficial hace referencia a estas grandes mentes como las creadoras de la astronomía y las ciencias modernas, pero callan muy bien su dedicación a la astrología.

Aparte del conocimiento científico en sí, que se fue desarrollando las más de las veces por cuestiones filosóficas o astrológicas, como ya hemos dicho, durante el renacimiento el afán por encontrar textos y documentos sobre el antiguo conocimiento fue algo de gran interés, máxime cuando muchos de estos textos habían desaparecido en la quema y devastación de la famosa biblioteca de Alejandría por los  fanáticos católicos de la época, instigados y dirigidos por el obispo Teófilo.

Baste como ejemplo de ello la labor de investigación y rescate de documentos antiguos que llevó a cavo el dux de Florencia, Cosme de Medici, erudito apasionado por la cultura griega y egipcia, quien encargó al monje toscano Leonardo da Pistoia, a su servicio, ir a Macedonia a buscar, encontrar y rescatar escritos raros y antiguos, sin reparar en gastos. Libros que se habían dado por desaparecidos durante la tristemente famosa quema de la biblioteca. El mencionado monje a lomos de un burro entró en Florencia en el verano de 1460 con una pequeña colección de libros, papiros y códices entre los que se encontraban textos que se suponían procedían de Thot, el dios egipcio de la sabiduría, llamado Hermes por los griegos y Mercurio por los romanos. Aquella valiosa colección, que se vino a llamar el “Corpus Hermeticum” fue traducida del griego al latín por el hijo adoptivo de Cosme de Medici y prontamente fue impresa publicada y estudiada, extendiendo de este modo su influjo e interés durante el Renacimiento por la sabiduría hermética y por su autor Hermes Trimegisto, el “tres veces grande”, el mensajero portador de las Ciencias Herméticas y por supuesto de la Astrología para ponerlas al servicio del Hombre.

En la actualidad, la doctrina astrológica occidental se apoya, básicamente, en los escritos de Morin de Villefranche, astrólogo francés del siglo XVII, probablemente el autor más importante sobre temas de astrología, prolífico escritor y gran sintetizador de toda la tradición astrológica conocida hasta su época.

Se suele reprochar a la Astrología, con cierta frecuencia, de ser un sistema carente de rigor científico. Debido a su antigüedad, las observaciones realizadas a lo largo de los siglos, han permitido establecer correspondencias analógicas entre las posiciones planetarias, la simbología mítico-astrológica y los hechos observados. Sus métodos, basados en la ley de la analogía, (enunciada por Hermes Trimegisto: "Como es arriba, así es abajo") y en el lenguaje simbólico, contrasta fuertemente con la forma de pensar causal y empírica (a toda causa le sigue un efecto), propia de las ciencias actuales. No obstante, esto no ha sido inconveniente para que científicos de la talla de Newton, Kepler, o Jung  la hayan considerado con respeto y practicado con cierta asiduidad.

Mención aparte, hemos de destacar los profundos trabajos realizados por Carl Jung sobre el inconsciente colectivo y la simbología de los pueblos, que contribuyeron a su teoría de los arquetipos universales y que tuvieron como base el simbolismo alquímico y astrológico.

  Según Jung, los arquetipos son núcleos básicos de energía psíquica, anclados en el inconsciente colectivo, que se revelan por medio del lenguaje de los símbolos y dirigen la conducta de los individuos de una colectividad. El conocimiento de los arquetipos es, por tanto, de máxima importancia en el desarrollo psíquico de los individuos y de las colectividades, y nos aporta los elementos claves para la interpretación de los simbolismos astrológicos, legados por la tradición y la historia. En sentido recíproco, la astrología nos ofrece métodos y elementos muy útiles para adentrarnos en el intrincado universo de la mente humana.

En el momento presente la astrología está conociendo un momento de auge y son muchas las mentes que trabajan en el sentido de conformar una astrología propia de esta época: ni enfrentada  con las ciencias actuales, ni permitir que éstas la sumerjan en la sinrazón de la superstición. Para ello se están realizando serios trabajos en todos los terrenos desde dentro y desde fuera de la astrología, como ya iremos viendo en el transcurso de los capítulos. Baste mencionar en este sentido los importantes trabajos realizados por Michel Gauquelin psicólogo francés que realizó un estudio estadístico entre el momento del nacimiento de un individuo y su posterior profesión, descubriendo correlaciones entre la profesión de una persona y la fecha y hora de su nacimiento.


BASES DEL CONOCIMIENTO EN ASTROLOGÍA

El conocimiento, en Astrología, se apoya fundamentalmente en el principio de analogía o de la correspondencia que nos indica: "Como es arriba, así es abajo; como es abajo, así es arriba". Este proceder no es por supuesto único, aunque si el principal. Los otros modos de conocimiento, el lógico causal y el intuitivo, se conjugan y complementan con el analógico de una forma natural, proporcionando los instrumentos necesarios para desarrollar los cimientos de esta disciplina, pero por encima de estos modos, y como base de ellos, está la observación atenta y la actitud contemplativa de los fenómenos y procesos de la naturaleza.

Partamos de un ejemplo que nos permita ver prácticamente lo dicho. Para ello supongamos una situación corriente de la vida diaria:    "Hoy he tenido un día negro;  me levanté atontado, adormilado, con un fuerte dolor de cabeza; cogí el coche para ir al trabajo, pero con las prisas, los atascos y el atontamiento que tenía, me pasé un semáforo en rojo; un policía municipal, que lo vio, me detuvo y me puso una multa. Para colmo de males, con los nervios y las prisas, subí corriendo las escaleras del trabajo, tropecé con un peldaño y me caí, fracturándome una pierna, por lo que me tuvieron que llevar al hospital, y ahora me encuentro en la cama sin poderme mover por un tiempo."

  El ejemplo, aunque un tanto trágico, nos va a permitir desmenuzar la situación y examinar como se acostumbra a pensar en Astrología.

El Conocimiento Lógico-Causal: Empezaremos enfocando la situación según la lógica causal a la que estamos acostumbrados, aunque no siempre sepamos aplicarla adecuadamente:

Existen unas condiciones iniciales de alteración de las capacidades mentales de reacción del individuo, posiblemente, por una mala noche de poco descanso y agitación provocada por la ingesta de abundante comida y cierto exceso en la bebida (deducción de causas anteriores): "Me levanté atontado, adormilado, con un fuerte dolor de cabeza".

A las condiciones iniciales anteriores se le unen circunstancias internas y externas adversas a la consecución del propósito original que tenía el individuo: "cogí el coche para ir al trabajo (propósito), pero con las prisas, los atascos y el atontamiento (circunstancias adversas) que tenía..."

Las condiciones iniciales unidas a las circunstancias adversas producen una serie de efectos y consecuencias que encadenan a su vez nuevas causas y efectos que se refuerzan entre sí, se retroalimentan: "me pasé un semáforo en rojo; un policía municipal, que lo vio, me detuvo y me puso una multa. Para colmo de males, con los nervios y las prisas, subí corriendo las escaleras del trabajo, tropecé con un peldaño y me caí, fracturándome una pierna, por lo que me tuvieron que llevar al hospital, y ahora me encuentro en la cama sin poderme mover por un tiempo". Con razón dice el personaje de la historia: "hoy he tenido un día negro".

Básicamente, éste es el modo de construir de la lógica causal que podemos afinar y matizar hasta extremos insospechados, a primera vista, utilizando para ello métodos e instrumentos de observación que amplíen su alcance, al punto de concluir en conocimientos aparentemente alejados del suceso inicial, pero  encadenados por toda una trama de causas-efectos y concluir, por ejemplo que, efectivamente, como se  suponía, el sujeto investigado había tenido la noche anterior una copiosa cena de negocios regada generosamente con buen vino.

Por tanto, el “Sherlock Holmes” que investiga el caso, podría afirmar que los calamitosos sucesos acaecidos al desdichado, solo fueron la consecuencia lógica de una cena desmedida a la que se unieron una serie de circunstancias desencadenantes, añadiendo de paso, que de haber podido hablar con él por la mañana, le hubiera aconsejado coger un transporte público para acudir a su trabajo, máxime al descubrir que, el sujeto en cuestión, es de un carácter muy emocional. En un alarde más de su racional poder deductivo, concluiría que de haberse podido controlar todas las variables, se podría haber predicho, uno por uno, todos los sucesos de ese desventurado día negro.

Evidentemente, la observación atenta y precisa de los hechos es la base que nos permite adentrarnos en profundidad, si la sabemos utilizar para construir con rigor lógico, las cadenas causales dentro del plano que estemos observando. La Astrología también se vale de este medio, para desarrollar muchos de sus conocimientos.


El Conocimiento Analógico: El conocimiento analógico, o lógica analógica en correspondencia con la lógica causal, es otro modo de conocer distinto del anterior. También precisa utilizar la observación atenta, pero en este terreno la tendremos que dirigir hacia otros niveles o planos distintos del que se produce el fenómeno objeto de nuestra atención, aparte de hacerlo en su propio nivel.

La observación atenta, en diversos planos, nos permitirá relacionar el suceso observado con otras situaciones en distintos niveles, comparándolo y ajustándolo a esquemas más generales y amplios que los del propio suceso en sí.

  Siguiendo con el ejemplo anterior, nos valdremos de una tabla que nos permita organizar las observaciones. Esta tabla nos permitirá la observación de los hechos desde varias perspectivas:

- El nivel de los hechos en sí, los que forman el suceso
- el plano en el que suceden
-  el principio involucrado que actúa
- y finalmente la resonancia que tienen con una determinada energía planetaria o, como veremos más adelante, arquetipo mental.

ELEMENTOS QUE FORMAN EL SUCESO
PLANO QUE
CORRESPON­DE
PRINCIPIO QUE ACTÚA
RESONANCIA
PLA­NETARIA
Noche anterior: cena copiosa
Proceso fisiológico
Exceso­
Júpiter
El día en cuestión: un día negro
Color
Negro
Saturno
me levanté atontado, adormilado
Estado mental
Confusión
Neptuno
con fuerte dolor de cabeza
Parte corporal
Lo principal
Marte
cogí el coche para ir al trabajo
Acción
Movimiento
Marte, Mercurio
pero con las prisas
Estado mental
Agitación
Marte
los atascos
Entorno
Obstáculos
Saturno
y el atontamiento, me pasé
Estado mental
Confusión
Neptuno
un semáforo en rojo
Señal, Color
Detener, Rojo
Saturno, Marte
un policía municipal
Autoridad social
Enjuiciamiento
Saturno
me detuvo
Acción
Detención
Saturno
me puso una multa
Acción
Imposición
Saturno
con los nervios y las prisas
Estado mental
Agitación
Mercurio, Marte
subí corriendo las escaleras
Acción
Precipitación
Marte
tropecé con un peldaño
Entorno
Obstáculo
Saturno
me caí
Reacción
Violencia
Marte
fracturándome
Reacción
Violencia
Marte
una pierna
Parte corporal
Huesos
Saturno
me tuvieron que llevar al hospital
Lugar
Reclusión
Saturno
ahora me encuentro en la cama
Situación local
Inmovilización
Saturno
sin poderme mover por un tiempo
Situación temporal
Aislamiento
Saturno

La comparación entre estos niveles nos permite extraer una serie de conclusiones analógicas:

-     En este suceso están convergiendo las energías de los siguientes planetas, o arquetipos mentales: Júpiter, Neptuno, Marte y Saturno.

- Se evidencia claramente un proceso de acción-reacción (polarización), entre las energías Jupiterianas de exceso y descontrol y la acción conjunta de Neptuno que genera confusión, Marte que produce precipitación y la violencia,  y sobre todo Saturno que  limita, detiene e impone necesariamente un control restrictivo.

De este modo hemos pasado desde el nivel de los hechos, donde las energías implicadas se despliegan como una sucesión de causa-efecto, a otro plano superior donde dichas energías convergen en centros unificadores que implican estas energías; cómo podemos observar, esta forma de ver la realidad concuerda, fundamentalmente, con la “teoría del orden implicado” de David Bohm: el orden explicado de los hechos y el orden implicado de las energías.

Por las mismas razones, podemos obrar a la inversa, esto es, conocidas las situaciones de los planetas (energías arquetípicas), que están en un plano superior, podemos establecer cómo se dispondrán las situaciones y los hechos en el plano inferior de nuestra vida diaria. Ahora bien, como las posiciones planetarias se pueden conocer con anticipación, pues sabemos calcular éstas con precisión para cualquier momento y lugar, tenemos la posibilidad de estudiar una configuración astral que se desplegará en un futuro cualquiera. Hoy en día estos cálculos se pueden realizar automáticamente por medio de programas astrológicos que dan las posiciones planetarias para cualquier momento y lugar.

Es posible que esto sea así por la Ley de Resonancia, la cual establece que la frecuencia de vibración de las energías en un plano superior producen un estado vibratorio armónico (resonante) en los planos inferiores a él.

Este fenómeno es ampliamente conocido en física y sin él no sería posible la trasmisión y recepción de todo el espectro de las ondas electromagnéticas de comunicación (radio, televisión, radar, satélites, etc.) donde el circuito de resonancia del receptor resuena en la misma frecuencia que la onda de radio, es decir la sintoniza. Esto es un aspecto del principio de correspondencia, mediante el cual los distintos fenómenos cíclicos "sincronizan sus relojes internos", armonizan sus propios estados vibratorios y entran en sintonía. Como dijo Goethe: "Si el ojo no fuera de naturaleza solar, nunca podría ver el sol, si no tuviéramos dentro de nosotros la propia fuerza de Dios, ¿cómo nos podría encontrar lo Divino?"; en clara alusión a la correspondencia y la resonancia entre los planos superiores y los inferiores. Sobre esta ley, enunciada por Pitágoras como la Armonía de las Esferas, trabajaba Kepler “intentando encajar” los poliedros pitagóricos entre las distintas orbitas de los planetas cuando “resonaron dentro de él” las leyes astronómicas que llevan su nombre, pues, ciertamente, la inspiración no es sino otro aspecto más de esta ley.

En Astrología se considera que, según la ley de resonancia, cuando una persona nace a esta vida en un determinado momento y lugar lo hace porque su singularidad individual (espíritu, alma y cuerpo) está en resonancia con el orden superior de la Totalidad en ese lugar y momento. Por eso al mirar hacia arriba, al Sistema Solar, la unidad superior que nos engloba, podemos afirmar que las energías simbolizadas por los planetas, están en resonancia armónica con el individuo que nace en aquel momento y lugar aquí abajo:

“Como es arriba así mismo es abajo”

Ateniéndonos a esta ley, y conocido el estado vibratorio (situación astrológica) de los planetas, podemos anticipar, en cierta medida, posibles acontecimientos futuros y disponer el orden del plano inferior del modo más apropiado para que esas energías resuenen en él lo más armónicamente posible, como si afinásemos los instrumentos musicales o ajustásemos el dial de una radio para que la audición fuera lo más limpia posible y con el menor grado de perturbación.

Con respecto a esta ley se plantea un problema, ciertamente complejo por su capacidad de paradojas: ¿es posible anticiparse al futuro, y por tanto modificarlo desde el presente? sería ésta su formulación según el sentido unidireccional de la “flecha del tiempo”, con el que estamos muy acostumbrados a pensar; o bien ¿es posible desde el futuro recibir información que nos permita preparar el presente y por tanto modificar/adecuar el presente y no el futuro?, sería ésta su formulación en un sentido de retroalimentación cíclica al que aún no estamos tan acostumbrados.

El problema se hace muy complejo si pretendemos adentrarnos en él, pero es tremendamente apasionante en sus implicaciones, por eso dejamos para otro momento un desarrollo más pormenorizado. Solamente, para abrir boca, diremos que si el futuro pudiera modificarse desde el presente ya no es lo que sería y por tanto dejaría de ser, además, con toda seguridad, cada uno lo modificaría a su antojo y conveniencia, y por principio esto sería caótico. Si ya no es lo que sería, que es la esencia de lo que llamamos futuro, no existiría como tal, y entonces no habría manera de poder acercarse a él ni una pizca. Si admitimos la posibilidad de acceso al futuro tenemos que admitir su preexistencia en el presente y enfocar el problema desde la segunda forma de cuestionarlo, como retroalimentación dentro del ciclo temporal. En cualquier caso, del futuro solo podemos decir algo con toda seguridad que nos sorprenderá a todos.

Siguiendo con nuestro ejemplo del principio, el conocimiento previo de las configuraciones planetarias nos hubiera permitido anticipar una situación conflictiva para ese día, y haber encauzado adecuadamente las reacciones más trágicas, de haber realizado el cálculo de los tránsitos planetarios de la carta astral del sujeto en cuestión. Esto no significa que podamos quitarnos de encima lo que no nos gusta o desagrada, sin más, es decir, modificar el futuro según nuestras conveniencias; lo que si nos permite es encauzar las energías adecuadamente, para que éstas no se desborden causando males mayores, y generen su actividad propia lo más armónicamente posible con el momento. Solo en este sentido estamos obrando conforme a la ley, adecuando el presente en armonía con la información que se nos permite atisbar del futuro, pues solo está en nuestras manos el mando del dial para sintonizar la emisora, y escucharla del modo más correcto posible a nuestro momento y circunstancias.

Por tanto, al personaje de la historia le hubiéramos podido aconsejar previamente: que fuera precavido y prudente, que tuviera en cuenta la situación mental por la que iba a pasar e intentara despejarse antes de salir de casa, a ser posible que utilizase un trasporte público y, en todo caso, que dispusiera su ánimo para cualquier imprevisto que pudiera surgir. Nunca sería ni prudente, ni ético, ni tampoco efectivo, decir que, según la situación astral, lo mejor que podría hacer era quedarse en casa, porque cualquier intento de pisar la calle le acarrearía, con toda seguridad, una serie de funestas consecuencias.

Lo expuesto hasta aquí sobre el pensamiento analógico enmarca básicamente el modo de pensar y actuar en Astrología. Es su método fundamental, aunque no el único ni exclusivo, pues, volvemos a repetirlo, utiliza y participa de los otros modos de pensamiento.

Si desarrollásemos en profundidad esta capacidad de conocimiento, podríamos ser capaces de reconocer estados de analogía entre cualesquiera planos y niveles de la realidad, pues ésta, como dijimos, se manifiesta como un holograma, y por cualquiera de sus partes podemos alcanzar otras más amplias o viceversa. Viendo las cosas de este modo, todo en el universo está en relación con todo lo demás y ello nos brinda la posibilidad de establecer relaciones analógico-simbólicas entre sus distintos estamentos y conocer más allá, o anteceder, al alcance unidireccional de la lógica causal. De hecho, hay y ha habido sistemas de este tipo en todos los tiempos y culturas que han permitido desarrollar el conocimiento y sus aplicaciones prácticas hasta puntos sorprendentes, como puede ser la acupuntura o el feng shui de la cultura china.

El conocimiento lógico-causal y el analógico, lejos de excluirse, pueden reforzarse y depurarse entre sí en una síntesis armónica de conocimiento, donde sus métodos y formas se complementen mutuamente.


El Conocimiento Intuitivo: La intuición es otro modo de conocimiento distinto de los anteriores. En un intento de simplificación didáctica, podríamos decir que si el conocimiento lógico-causal se acerca a la verdad paso a paso y el conocimiento analógico lo hace a saltos, el intuitivo llega directamente, es un acceso directo a la verdad.

Los anteriores modos de conocimiento acceden a la verdad estableciendo relaciones de causa-efecto (lógica-causal) o relaciones de correspondencia entre distintos niveles (analogía) y según sean estas relaciones formulan descripciones simbólicas, que permiten comunicar y maniobrar el conocimiento alcanzado. Estas  descripciones son como mapas de la realidad que nos orientan y sitúan dentro de un terreno dado del conocimiento; evidentemente los mapas pueden ser mejores o peores, en cuanto a su descripción de la realidad, y dependerá fundamentalmente de la depuración y calidad de la observación, que es el instrumento utilizado por la mente en estos modos de conocimiento. Por contraste, la intuición no precisa de relaciones entre unas cosas y otras para alcanzar su objetivo, sencillamente lo alcanza directamente, llega a su objetivo de inmediato, sin necesidad de mapas que la orienten; tampoco utiliza la observación como instrumento de la mente, sino la facultad  que ésta tiene de ver la verdad de un modo directo y que llamamos contemplación.

La contemplación es, pues, el estado básico de la mente en el que se produce el conocimiento intuitivo y concuerda en su esencia con el primer principio hermético del Todo-Uno Mental, que, como ya vimos, tiene la facultad de información instantánea. La intuición no precisa de medios de observación pues conecta directamente con la verdad, surge de forma inmediata; no obstante, determinadas situaciones y estados mentales pueden activarla o dispararla.

Es de sobra conocido, en la historia de la humanidad, momentos cumbre en la vida de personajes de las ciencias y del pensamiento, que han supuesto el hallazgo o el descubrimiento de verdades que han transformado la visión de la realidad. Desde el famoso "Eureka" de Arquímedes hasta la inspiración de la Teoría de la Relatividad de Einstein, pasando por la sugerente caída de la manzana del árbol que inspiró la Teoría de la Gravitación Universal a Newton, nos muestran puntos álgidos en los que estas mentes conectaron de pronto con un aspecto de la verdad que, sin duda, andaban buscando  denodadamente.

¿Cuál fue la fuerza que abrió esas ventanas...?, le damos el nombre de inspiración, como de algo que se toma con el aliento, que ya está ahí y que la mente lo acoge, lo inspira, para luego transmutarlo, dentro de sí, en otros modos menores de conocimiento. La inspiración no es más que otra forma de hablar sobre la intuición, es la esencia del conocimiento; en verdad, posiblemente, la única forma de conocimiento verdadero, las otras formas son mediatas, precisan de soportes, de medios; la intuición es directa e inmediata no precisa de medios, pero por ello también es personal e intransferible en sí misma, solamente válida para quien la experimenta; en el momento que se expresa, que se comunica, deja de ser intuición para quienes la reciben, se transforma en expresión simbólica de algo que está más allá: la verdad que simboliza.

El conocimiento intuitivo es un conocimiento, por tanto, subjetivo que no se puede transferir, queda dentro de quien lo alcanza y por eso lo nutre y alimenta con su fuerza, impulsando otros mecanismos mentales que lo desarrollan en formas derivadas de conocimiento para, finalmente, darlo a la luz por medio del lenguaje, objetivándolo, simbolizándolo, verbalizándolo.  Por eso no hay, ni puede haber, ningún entramado argumental que permita describir como se realiza la intuición.

Es cierto, eso sí, que determinados estados mentales la inducen, la activan; sencillamente, el esfuerzo continuado de la observación y el pensamiento, ya sea de tipo lógico o analógico, pueden activarla en un momento determinado, alcanzando de inmediato aquello que había sido buscado larga y esforzadamente, sin embargo no podemos saber cuándo y porque se produce, ni aún si se producirá. Determinados estados mentales son más proclives a que la intuición se despierte; así, por ejemplo, en el estado de relajación, en el de duermevela o bien por medio de los sueños.

¿Qué tienen estos estados mentales en común...?, fundamentalmente en todos ellos el estado de vigilia, de atención consciente, se ha diluido en mayor o menor medida, la mente se ha sumergido dentro del extenso y profundo océano del inconsciente, a cesado la observación hacia afuera, y en tales circunstancias, de un modo todavía prácticamente desconocido, la mente personal entra en contacto directo con la mente universal con el Todo-Uno, y entonces es posible la contemplación directa de la verdad, se produce la intuición, el resplandor luminoso en la oscuridad.

Según cuentan “las historias de la historia”, cuando Arquímedes reposaba relajadamente en su bañera le sobrevino la idea básica del principio físico que lleva su nombre y fue tanta su emoción que salió, desnudo como estaba, gritando por las calles "Eureka, Eureka", “lo he encontrado, lo he encontrado”, que aún hoy repetimos cuando nos emocionamos ante el hallazgo o el descubrimiento de algo. Dicen, que estando Newton sentado y descansando debajo de un árbol, vio como caía una manzana, y aquel cotidiano y simple hecho despertó en su mente la idea de la atracción gravitacional de todos los cuerpos en el universo, que, al desarrollarla, traería como consecuencia su teoría de la gravitación universal.  Según comenta el propio Einstein, en su escritos, la teoría de la relatividad fue producto de una imaginación casi obsesiva, que le sobrevenía con cierta frecuencia cuando paseaba o relajaba su mente, y era la de imaginarse como vería su cuerpo si viajase a la par de un rayo de luz.

Estas anécdotas nos permiten ver que la intuición parece activarse más fácilmente bajo dos condiciones: Un esfuerzo continuado de observación y pensamiento, como condición previa de "calentamiento", y un estado de relajación mental posterior en el que se realiza la conexión intuitiva.

Retomando de nuevo el ejemplo de partida, si la vecina de la casa de al lado del personaje de la historia, una persona con cierto grado de desarrollo intuitivo, le hubiera visto en el ascensor antes de salir a la calle, después de mirarlo de arriba a abajo, posiblemente le hubiera dicho, en tono reposado, algo así: "no te veo muy bien hoy, estás como atontado, más te valdría quedarte en la cama y reponerte, no vaya a ser que se te atraviese el día". Él, con toda seguridad, no habría hecho caso de esta advertencia, pensando que su vecina siempre está con sus "tonterías agoreras", pero después de lo ocurrido, sin duda, se reprocharía no haberla hecho caso.

Este ejemplo nos ha permitido observar los distintos modos de conocimiento que se utilizan en Astrología, la manera en que éstos proceden, y como se accede a la misma verdad según cada uno de ellos. Es cierto que el conocimiento intuitivo no tiene modo de poderse explicar, por su propia esencia, pero podemos asegurar que el desarrollo en profundidad del conocimiento lógico-causal y del analógico, y más aún de la síntesis de ambos, desembocan, más tarde o más temprano, en activar la intuición de un modo natural y armónico, reforzando y complementando las otras formas del conocimiento. Hasta donde podamos llegar en el camino de la intuición es algo personal que cada uno ha de explorar por sí mismo, pero ciertamente la Astrología constituye un ámbito total de conocimiento que facilita y encamina la mente hacia una sabiduría más completa y profunda de la verdad, sembrando las semillas de la intuición en aquel que la practique con asiduidad y entusiasmo.


BASES FILOSÓFICAS DE LA ASTROLOGÍA

La palabra filosofía está compuesta de dos palabras griegas: "filos" que significa amor, amante y "sofía", sabiduría, conocimiento. En este sentido original pretendemos anclar las bases de la Astrología, como elementos vivos que integremos dentro de nosotros mismos, capaces de infundirnos el amor a la verdad y alejarnos de la confusión y el engaño, tan propios de esta época que sufrimos.

Queremos destacar, sobre todo, que estas bases filosóficas no son más que desarrollos posteriores de los principios herméticos, ya estudiados en el primer capítulo; por tanto, veremos cómo dichos principios se imbrican entre sí para tejer el entramado de la Astrología.

La Formación Filosófica de los Cuatro Elementos: Fuego, Tierra, Agua  y Aire, son los cuatro pilares de la Astrología; el Fuego activa y transforma, la Tierra contrae y da forma, el Agua nutre y regenera, y el Aire expande y relaciona. Un quinto elemento, que llamaremos Éter, constituye el origen y la esencia de éstos, pues en él todos convergen y de él todos surgen, es la quinta esencia  universal. Ellos son los protagonistas de todo fenómeno, forma, evento o circunstancia en el mundo de la manifestación: son los ladrillos básicos del Cosmos. Aunque sus nombres responden a sustancias físicas conocidas, los elementos no son esas sustancias, aunque en ellas se manifiestan analógicamente y de manera especial las características esenciales de éstos. Sirvan estos breves enunciados para introducirnos en la filosofía de los elementos.

  Desde tiempos remotos, las civilizaciones del valle del Indo disponían, en su acervo cultural, de este conocimiento en sus antiguos textos sanscritos; apostamos por que éste fue el punto primordial desde el que se extendieron o influenciaron hacia otras culturas. La milenaria civilización china y más en concreto su cultura taoísta, asientan, prácticamente, todos sus conocimientos sobre la teoría filosófica de los cinco elementos o movimientos, que ellos denominan como Madera, Fuego, Tierra, Metal y Agua. Generalmente se considera que esta teoría no es comparable a la de los cuatro elementos astrológicos occidentales, por suponer que se basan en conceptos filosóficos culturalmente diferentes, yo no lo entendemos así sino todo lo contrario: aunque culturalmente alejados, ambos sistemas de elementos, el chino y el astrológico occidental, participan en esencia de los mismos principios filosóficos, hasta el punto de poderse establecer las correspondencias de equivalencia entre los mismos. Pero como ello nos llevaría hacia otros derroteros, dejamos para un anexo final esta comparación.

Fueron los filósofos presocráticos griegos los que iniciaron y desarrollaron, en nuestra cultura occidental, la idea de los elementos filosóficos como los principios básicos de formación de todas las cosas existentes. Con toda seguridad, ellos a su vez, recibieron estas ideas por las influencias de las culturas del Indo a través de la caldeo-asiria y la egipcia. Como quiera que haya sido, es el caso que la teoría de los cuatro elementos de la Astrología se asienta, en su origen occidental, en los elementos filosóficos de los presocráticos griegos.

La ciencia actual considera que estos elementos son conceptos filosóficos antiguos, ya superados, que no tienen fundamento real y que por tanto no son dignos de tenerse en cuenta a la hora de hacer una formulación científica de la realidad; lo más que se les concede es el de haber aportado la idea de principios elementales, como piezas elementales de formación, pero hoy en día no tienen el valor que se les diera como elementos reales, pues los únicos elementos materiales "verdaderos" son los elementos químicos de la tabla periódica. En este sentido, la ciencia actual, es continuadora de la otra rama de la filosofía griega, la atomista, de espíritu materialista y cuantificador, en oposición a los presocráticos cuya filosofía era más metafísica y simbólica.

El concepto de éter, sin embargo, ha permanecido, durante más tiempo, anclado en las mentes de los científicos occidentales, aunque no en su sentido original, sino como un concepto práctico y útil que permitía explicar determinados hechos experimentales, hasta que, a principios de este siglo, el físico Albert A. Michelson desterrara con sus experimentos la hipotética existencia del éter. Por tanto, para la ciencia occidental la teoría de los elementos es una mera elucubración trasnochada y sin valor científico. A pesar de todo lo anterior, le cabe a la ciencia actual, en particular a la física, el haber descubierto nuevas (antiguas) verdades sobre la materia y la energía que permiten reconsiderar la teoría de los cuatro elementos, incluido también el éter, bajo una nueva perspectiva, ni opuesta ni contraria a estos descubrimientos, y que sucintamente mencionamos:

- En 1972 en el laboratorio de Lawrence Berkeley, California, John Clauser y Stuart Freemand realizaron un experimento para confirmar o rechazar las predicciones de Teorema de Bell, encontrando que dichas predicciones eran correctas. Según este teorema la transmisión de información entre partículas es instantánea y por tanto se puede concluir que todo el Universo está conectado, es unitario.  En la física de las partículas subatómicas se conoce el efecto de generación y aniquilación de estas partículas, en su frenética danza de interacciones, desde y hacia un campo virtual, llamado "vacío virtual" o "matriz universal". Esto se corresponde, como ya vimos, con el Principio Hermético del Todo-Uno Metal.

- En 1801 Thomas Young demostró experimentalmente la naturaleza ondulatoria de la Luz. En 1915 se confirma experimentalmente por Robert A. Millikan, la naturaleza corpuscular de la luz, enunciada por Einstein mediante el efecto fotoeléctrico. En 1923 De Broglie postula la naturaleza ondulatoria de toda la materia y dos años más tarde, dos físicos de la Bell Telephone, la confirman experimentalmente. Es de observación común a todo el mundo que la materia tiene naturaleza corpuscular, se observa y comporta como cuerpos delimitados, pero no es directamente observable su naturaleza ondulatoria. Los momentos históricos mencionados expresan los descubrimientos que la ciencia ha hecho sobre la doble naturaleza de todo lo existente: Ondulatoria-Corpuscular. Dicho con otras palabras, Energía y Forma o, como enuncia el Principio Hermético del Genero, Principio Masculino y Principio Femenino.

  Según estos descubrimientos de la Ciencia, también según los Principios Herméticos que se corresponden, construiremos la base filosófica de los cuatro elementos, incluido el quinto o primer elemento de todos, el Éter. Plantearse qué pudo haber antes de la manifestación del mundo fenoménico de las formas, es un modo de hablar sobre "algo" que no podemos observar ni conocer de un modo experimental, lógico o analógico, pues no tiene marco de referencia posible y por tanto es una cuestión vana o, mejor dicho, no es cuestión en sí. Solo resta la referencia indirecta y a caso simbólica, de lo que no es, porque no es manifestado y sin embargo es origen de toda manifestación. Diremos que es lo indiviso, lo no manifestado, lo que no tiene nombre, como bien expresan las primeras palabras del Tao Te King, o en palabras de la ciencia, una singularidad fuera del espacio-tiempo. La mejor forma de simbolizarlo es el punto, que no tiene extensión, que no tiene dimensión.

En el momento que se produce la Manifestación ya estamos hablando de dualidad, de generación y transformación, aunque, si queremos hablar simbólicamente de un primer momento del origen manifestado de todos los demás orígenes, lo haremos como de una matriz universal, de un campo que se extiende a todo y lo unifica todo. Es el primer principio hermético del Todo-Uno Mental, es la Madre de todas las cosas, que dice el Tao Te King, es el Dios creador de las religiones, es el vacío virtual de las partículas subatómicas.

En Astrología se denomina Éter, o Quinta Esencia en Alquimia, a la energía creadora que todo lo envuelve, de la cual todo surge y a la cual todo retorna. Es fácil de entender que el concepto de Éter, utilizado en Astrología, concuerda en su esencia con el de "vacío virtual" de la física de las partículas subatómicas; es el modo de referirse, que tiene la Astrología, al principio del Todo-Uno Mental. El mejor modo de simbolizarlo es mediante un círculo centrado sobre el punto sin dimensión. El circulo expresa la totalidad que todo lo envuelve y abarca, sin principio ni fin y en perpetuo movimiento. El punto central sin dimensión, aquel sobre lo que todo gira, pero en sí mismo sin movimiento; de donde todo emana y a donde todo retorna, el principio y el fin de toda manifestación, el alfa y el omega.

Dando un paso más en este esquema simbólico, podemos representar la condición básica de la Dualidad de todo lo manifestado (el Principio del Genero), mediante dos ejes perpendiculares; uno en la dirección vertical, que representa la variable de la energía, la naturaleza ondulatoria, el principio masculino; y el otro en la dirección horizontal, que representa la variable de la forma, la naturaleza corpuscular, el principio femenino.

En estos ejes, la variable de la Energía discurre u oscila entre el extremo superior del eje vertical o polaridad superior, de alto grado y expresión de energía, y que denominamos Calor, hasta el otro extremo inferior o polaridad inferior, de bajo grado y expresión de energía, y que denominamos Frío. De modo semejante, en el eje horizontal discurre la variable de la Forma, entre su extremo derecho o polaridad derecha, de alta definición y concentración de la forma y que denominamos Seco, hasta el otro extremo izquierdo o polaridad izquierda, de baja definición y dilatación de la forma y que denominamos Húmedo. Este esquema simbólico representa también el Principio de Polaridad, la condición vibratoria de toda manifestación que discurre entre gamas vibratorias de gradación. Así, diremos que la Energía oscila entre el Calor al Frío y la Forma entre lo Seco y lo Húmedo.

Según estos ejes simbólicos, de generación y de polarización (Principios del Género y Polaridad), el círculo del Todo queda dividido en cuatro partes: el número de la manifestación, la tetrarkis pitagórica, el mandala básico, los cuatro símbolos de los evangelistas, la efigie de Gizeh, los cuatro elementos de la Astrología y de la Alquimia. Cada una de estas cuatro partes en que queda dividido el círculo representa las distintas gradaciones de energía/forma que configuran los modos básicos de  manifestarse el Éter Universal en todos los planos de manifestación. Cada uno de estos cuatro modos básicos del Éter, recibe el nombre genérico de Elemento y según sus características de gradación, el específico de Fuego, Tierra, Agua o Aire.

De lo visto hasta aquí se concluye fácilmente que los Elementos filosóficos o astrológicos son, en su esencia, estados básicos de la manifestación del Éter que comportan características específicas que los permiten diferenciarse entre sí. Se comprende también fácilmente que estos elementos no se puedan aislar ni separar en un laboratorio para un análisis mecanicista, pues son estados vibratorios del ser de las cosas y no de elementos mecánico/materiales que las compongan. Podemos aproximarnos a su conocimiento a través de la observación de sus cualidades y características de una manera relativa, en comparación con otras gamas vibratorias dentro de los distintos planos de manifestación. Esto nos permitirá, mediante la analogía, abstraer las cualidades esenciales de los Elementos.

Al hacer referencia anteriormente al Éter, decíamos que en Astrología se denomina Éter a la energía creadora que todo lo envuelve, de la cual todo surge y a la cual todo retorna, que es el modo de referirse al principio del Todo-Uno Mental y que concuerda en su esencia con el de "vacío virtual" de la física de las partículas subatómicas, con la Quintaesencia de la Alquimia, con el Qi del Taoísmo o con el Prana del Hinduismo.

Por tanto este quinto elemento, quintaesencia, o materia prima, es en verdad el primero y último elemento, el único elemento verdadero, pues los otros cuatro elementos son los modos básicos en que se manifiesta. En ello está el origen y principio de toda transformación (Principio de Trasmutación); la dinámica de transformación de unos elementos en otros es posible porque es la propia dinámica generadora del Éter Universal que se manifiesta ora como Elemento Fuego, ora como Elemento Aire, ora como Elemento Agua, ora como Elemento Tierra, y necesariamente todos los elementos se reconvierten unos en otros dentro de su seno, de su matriz generadora. Esta dinámica metafísica ha sido simbolizada de muchos modos, pero quizás sus símbolos más representativos sean la Cruz Esvástica de la cultura sanscrita y el del Tai Chi de la Taoísta.

A continuación representamos esquemáticamente de modo gráfico la construcción simbólica de las ideas hasta aquí expuestas.




LOS ESTADOS VIBRATORIOS DE LOS CUATRO ELEMENTOS

Como hemos visto, son los distintos estados vibratorios del Éter los que determinan el estado de ser de los Cuatro Elementos. Retomando el esquema simbólico de la división en cuatro del círculo, cada uno de sus cuadrantes representa el ámbito o la región de existencia de cada uno de los cuatro elementos.

Así, el cuadrante que discurre entre el extremo húmedo y el caliente determina la región de existencia del Elemento Aire; el cuadrante comprendido entre el extremo caliente y el seco determina el ámbito de existencia del Elemento Fuego; el cuadrante que se extiende entre el extremo seco y el frío determina la región de existencia del Elemento Tierra; y finalmente, el cuadrante comprendido entre el extremo frío y el húmedo determina el ámbito de existencia del Elemento Agua.

En lenguaje astrológico se expresan estas ideas diciendo que las Cualidades Elementales del Aire son la humedad y el calor; las del Fuego, el calor y la sequedad; las de la Tierra, la sequedad y el frío; y las del Agua, el frío y la humedad.

Si consideramos el movimiento de la energía desde su punto más bajo, el frío, hasta su más alta expresión, el calor, podemos ver como en este sentido, la energía se va desplegando y ascendiendo en su gradación, haciendo, con su presión, que la forma se dilate y ablande, en la zona correspondiente al elemento Agua, hasta alcanzar su máxima separación y movilidad en la zona correspondiente al elemento Aire.

En el sentido contrario, desde la máxima gradación de energía, el calor, hasta la más baja gradación en la energía, el frío, podemos ver como la energía se repliega y desciende en su gradación, haciendo que la forma primeramente se tense, en la zona correspondiente al Fuego, hasta contraer al forma y replegarse dentro de ella, en la zona correspondiente a la Tierra.

-          En el elemento Agua, la energía comienza a latir dentro de la forma, dilatándola, ablandándola y haciéndola crecer, por eso la esencia del elemento Agua es la nutrición y la regeneración.

-          En el elemento Aire, la energía ha dilatado tanto la forma que ésta se encuentra en su estado de máxima extensión y movilidad, por eso la esencia del elemento Aire es la expansión y la relación.

-          En el elemento Fuego, la energía comienza a replegarse creando un estado de fuerzas en oposición, por un lado las altas energías que separan las formas y por el otro el repliegue de la energía que tiende a contraerlas, esto crea una fuerte tensión en la forma. Por eso la esencia del elemento Fuego es la activación y la transformación.

-          En el elemento Tierra la energía se ha replegado más y ha contraído la forma hasta el punto que ésta encierra dentro de sí a la energía, por eso la esencia del elemento Tierra es el asentamiento y la formación.

El siguiente gráfico representa esquemáticamente lo que hemos dicho sobre los distintos estados vibratorios de los elementos.



El Ciclo Básico de Transformación

En el apartado anterior vimos como los elementos no son fijos ni estáticos, pues su propia naturaleza es la dinámica del género y de la polaridad, pues se engendran y transforman mutuamente, palpitando en el seno transmutador del Éter.

El ciclo básico de transformación es el representado simbólicamente por la Cruz Esvástica. El Elemento Agua se transforma en el Elemento Aire, éste en el Elemento Fuego, que se transforma a su vez en el Elemento Tierra, el cual se transformará de nuevo en el elemento Agua, completándose así el ciclo. Utilizando un recurso analógico podemos decir que el Agua se evapora en Aire, el Aire alimenta al Fuego, el Fuego genera la Tierra, y la Tierra condensa el Agua. La transformación de los elementos expresa, de este modo, la esencia de toda transformación, de todo ciclo vital. Es también el principio del Ritmo Cósmico y dentro de su armonía se orquesta la sinfonía de toda existencia.

El Ritmo Cósmico es el flujo dinámico dentro del cual se manifiesta y expresa la Vida, por eso no puede haber vida sin ritmo, ni ritmo sin vida. El Ritmo Esencial de la Vida Una es el Ritmo del Éter y en el podemos distinguir dos momentos o fases:

- Fase Descendente: Es la Inspiración esencial o Sístole (contracción).  Mediante este movimiento de inmersión, la Energía se introduce en la Forma y ésta ejerce a su vez la acción de atraerla hacia su centro. En su punto máximo, la Energía queda concentrada y la forma tensa y contraída. La Dirección y el Sentido es hacia abajo y hacia dentro.

- Fase Ascendente: Es la Expiración esencial o Diástole (dilatación).  Mediante este movimiento de emersión, la Energía se libera relativamente de la atracción de la Forma, ya que la propia presión de la Energía, dilata la Forma y, a su vez, ella se expande.  En su punto máximo, la Energía queda suficientemente liberada y la forma dilatada y distendida. La Dirección y el Sentido es hacia arriba y hacia afuera.

El Ritmo Esencial es la Dinamo Polar, el Pulso del Éter, la Respiración del Todo-Uno; es el Motor que pone en marcha todo proceso de transformación, o lo que es igual, el Motor que hace girar la Rueda de la Vida.

Según el principio de correspondencia, existe en nosotros los seres humanos, el mismo ritmo esencial, que tiene su manifestación en el plano físico como ritmo del corazón y como ritmo respiratorio pulmonar. Si leemos detenidamente las características de las dos fases del ritmo y a continuación, cerrando los ojos para hacernos más introspectivos, respiramos pausadamente, podemos detectar, en nosotros mismos, lo que las palabras intentan expresar. Es sin duda el mejor modo de conocer directamente el ritmo de la vida. Por eso, en momentos de angustia o de tensión, realizar este sencillo ejercicio es beber directamente en la fuente de la vida, nos refresca, nos relaja y nos revitaliza. La ciencia yoga del pranayama tiene su base y fundamento en esta realidad esencial del ritmo.

El Ritmo Esencial pone en marcha el proceso transformador de todo Ciclo Vital, es decir, el Ciclo Básico de Transformación de todo lo manifestado. No solamente de lo que se suele entender restringidamente como vida, sino, como ya hemos dicho, de todo lo manifestado, que por el hecho de serlo entra dentro de la Corriente Universal de la Vida que se expresa de infinitos modos. Sin embargo, aunque los modos de expresión sean incontables y distintos según sus planos de manifestación, la esencia de su desarrollo es un proceso básico que podemos resumir como sigue:
Todo evento o proceso vital nace, tras un oculto periodo de gestación.  Crece, se desarrolla, madura  y fructifica mediante la generación de nuevas formas. Finalmente, tras un periodo de reequilibrio y beneficio de lo conseguido, muere su forma.  El proceso de disolución o muerte de la forma es un proceso de transformación o reciclado de las formas por el cual sus partes elementales constituyentes se disgregan y quedan disponibles para otros ciclos vitales.  La vieja forma da paso a otra nueva, a la que se incorpora la esencia energética (espíritu), en resonancia con la nueva forma, para nuevamente volver a nacer, culminando así un ciclo vital y abriendo la espiral evolutiva hacia nuevas manifestaciones del ser.

El análisis de este proceso va a permitirnos diferenciar las cuatro etapas básicas en el desarrollo evolutivo de todo proceso de manifestación:

En un primer momento asistimos siempre al comienzo o nacimiento de algo nuevo (animal, planta,  evento, acontecimiento, etc.; a partir de ahora nos referiremos al ser como expresión global de cualquier entidad), este primer momento es significativo y evidente, el nuevo ser surge, brota de la Fuente de la Vida como algo distinto de lo que le rodea y la fuerza de su presencia es, por si misma, suficientemente clara como para reconocerla: nace un niño, un animal, una planta, una estrella, la primavera, la creación de una civilización, el amanecer de un nuevo día, etc., son unos pocos de los innumerables ejemplos que podríamos referir.

1ª - Etapa de Expansión (La Acción del Aire que Expande): Después de este comienzo, asistiremos posteriormente a un periodo o etapa más o menos largo, siempre en función del fenómeno que observemos, durante el cual se produce un crecimiento y desarrollo de las facultades y potencialidades del nuevo ser y una relación y comunicación con el entorno que le rodea, que precisamente le permite y potencia su crecimiento y desarrollo. Durante esta etapa o periodo estamos asistiendo a la acción del Elemento Aire, cuya función es la de desarrollar y relacionar. A este periodo le daremos el nombre de Etapa de Expansión.

2ª - Etapa de Realización (La Acción del Fuego que Madura): Una vez que la etapa ha concluido en su acción, esto es, ha desarrollado al ser dotándolo de todas sus capacidades, entra en acción la siguiente etapa en la que se produce su realización total, por eso a esta etapa la denominaremos Etapa de Realización. Durante este periodo, las capacidades desarrolladas se activan y el ser se transforma y madura, culmina en su forma y posee las capacidades y funcionalidades creativas que le permitirán crear sus propios frutos; es una etapa de maduración y creación en la cual entra en acción el Elemento Fuego, cuya función es la de activar y transformar para crear.

Dentro de esta etapa se desarrolla un proceso único y vital que tiene su expresión propia en la producción de los frutos, donde se sintetiza y concreta la esencia creativa y generadora del Éter, su capacidad para crear nuevas entidades, nuevos seres. Esta capacidad generativa no está dirigida  únicamente a los procesos reproductores orgánicos de los seres vivos, sino a todos los seres y en todos sus planos, tanto al físico, al psíquico, como al mental. Por eso, en la cultura Taoísta, a este punto culminante le otorgan el dominio particular del elemento o movimiento de la tierra que, según su simbología, se corresponde básicamente con el Éter y no con el Elemento Tierra de nuestra Astrología.

Una vez las fuerzas de la Naturaleza han obrado en la consecución de la maduración del ser para dotarle de su capacidad y funcionalidad creadora, y éste ha rendido con el tributo de sus propios frutos, se entra en la siguiente etapa que se caracteriza por un proceso de reajuste y finalización, donde se concluye y completa la materialización total del ser.

3ª - Etapa de Materialización (La Acción de la Tierra que Materializa): La naturaleza del ser precisa ahora de un nuevo equilibrio en el que se persigue la conclusión de la manifestación material en sí misma, no ya en función de los frutos. Por tanto se perfila la forma acabada en sí misma: se reajustan las energías para adaptarse a las nuevas condiciones, se obtienen los rendimientos (positivos y/o negativos) de la propia evolución del ser y se estabiliza y repliega su forma hasta alcanzar su total materialización.

El proceso de esta etapa concluye con la cristalización de la forma, con su punto final, con su máxima expresión formal. La forma se ha desarrollado plenamente y la energía ha concentrado el máximo de información encontrándose en estado latente, encerrada dentro de ella. Podríamos decir, utilizando la terminología de David Bohm, que la forma se encuentra desplegada, explicada, mientras que la energía está replegada, implicada.

Durante este periodo evolutivo entra en acción el Elemento Tierra,  cuya función es la de Contraer y Finalizar la Forma, por eso a esta etapa la denominaremos Etapa de Materialización.

4ª - Etapa de Regeneración (La Acción del Agua que Disuelve): Finalmente pasamos a la última etapa, que termina un ciclo y abre otro nuevo; podemos decir que en esta etapa del ciclo se abre en la espiral evolutiva, convirtiendo el ciclo en una espiral, que representa más plenamente el proceso transformador de la evolución.

Efectivamente, durante esta etapa la forma, ya finalizada, entra en una fase de disolución-transformación que comúnmente denominamos muerte. Este fenómeno, totalmente natural, nos suele resultar enigmático y doloroso, en relación a nosotros mismos y nuestros semejantes, y sobre todo está lleno de prejuicios y rechazos culturales atrincherados en el miedo a lo desconocido. No obstante, el fenómeno de la muerte, es una condición "sine qua non" dentro de todo proceso evolutivo y sin la muerte de la forma no hay posibilidad de transformación, cambio y evolución.

El proceso disolutivo de la forma, permite que la energía encerrada dentro de ella (podemos llamarla alma) se libere y establezca con su información las condiciones precisas para configurar nuevas formas más acordes y en sintonía con el grado y nivel de información alcanzado en todo el proceso cíclico anterior. 

La vieja forma se descompone, se disgrega y separa en sus constituyentes elementales, que pasan así a formar parte de otros ciclos del reciclado de las formas. La nueva forma se dispone y codifica, se organiza, en función de la información aportada por la energía, nutriéndose y creciendo con los constituyentes básicos de la forma, hasta alcanzar el punto de su nacimiento como una nueva forma integrada, que lleva en si las potencialidades que posteriormente se desarrollaran y maduraran en un nuevo y más abierto ciclo evolutivo.

En esta fase evolutiva entra en acción el Elemento Agua cuya función es la de Diluir y Regenerar, por eso a esta etapa le damos el nombre de Etapa de Regeneración, pues en ella se produce la transformación y generación de la forma, impulsada desde su interior por la energía.


Los Tres Momentos Temporales

En cada una de estas etapas del Ciclo de Transformación la evolución del ser se realiza de un modo continuo y constante de tal forma que no podemos hablar de saltos de una etapa a otra. El decir que una etapa termina y empieza otra, son modos de hablar para podernos entender, pero en la realidad existe un solapamiento entre las etapas sin discontinuidad entre ellas.

En este sentido, es preciso matizar que en cada etapa hay que distinguir tres momentos en el tiempo:

1. Momento de Inicio, es el periodo inicial de tiempo durante el cual se da comienzo a una nueva etapa. Durante este periodo aún persisten ciertos rasgos característicos de la etapa anterior, pero el impulso de la nueva etapa comienza a imprimir sus huellas y configura sus características básicas. En Astrología se conoce como Cualidad Cardinal.

2. Momento de Establecimiento, a medida que los nuevos modos de la forma empiezan a establecerse, se entra en un segundo momento, durante el cual las características de la etapa en cuestión se establecen plenamente, es el periodo de su fijación y de su máxima expresión. En este momento se pueden reconocer con claridad los modos particulares de manifestación de la etapa correspondiente. En Astrología se conoce como Cualidad Fija.

3. Momento de Cambio, nada hay que permanezca para siempre, todo está sometido al cambio, por ello, cada etapa de transformación da paso a una siguiente y esto se realiza en un periodo de tiempo, dentro de cada etapa, que se reconoce por la modificación y el cambio de sus características. Se ultiman las propias y se empiezan a apuntar las nuevas. En Astrología se conoce como Cualidad Mutable.

Según estos tres momentos básicos, cada etapa de transformación se conjuga con su anterior y su posterior de un modo armónico en el tiempo y la evolución de la energía-forma se realiza de un modo continuo.


Los Doce Estados Básicos

A efectos de una mayor comprensión en el desarrollo del ciclo básico de transformación, podemos subdividir cada una de sus cuatro etapas en sus tres momentos temporales, lo que nos da un total de doce divisiones. Estas doce divisiones constituyen los Doce Estados Básicos del Ciclo Vital, cada uno de los cuales comporta sus propias características del momento evolutivo de dicho ciclo. En el próximo capítulo veremos como cada uno de estos estados se corresponde con cada uno de los doce signos zodiacales de la Astrología.

En principio designaremos cada uno de estos estados en función de la conjunción de su etapa evolutiva y de su momento temporal:

1º. Expansión-Inicio, participa de los efectos dinámicos de los Elementos Aire (que le es propio) y Agua (su anterior). Se corresponde con el Signo Zodiacal de Libra (Cardinal de Aire).
2º. Expansión-Establecimiento, participa plenamente del efecto dinámico del Elemento Aire. Se corresponde con el Signo Zodiacal de Acuario (Fijo de Aire).
3º. Expansión-Cambio, participa de los efectos dinámicos de los Elementos Aire (que le es propio) y Fuego (su posterior). Se corresponde con el Signo Zodiacal de Géminis (Mutable de Aire).
4º. Realización-Inicio,  participa de los efectos dinámicos de los Elementos Fuego (que le es propio) y Aire (su anterior). Se corresponde con el Signo Zodiacal de Aries (Cardinal de Fuego).
5º. Realización-Establecimiento, participa plenamente del efecto dinámico del Elemento Fuego. Se corresponde con el Signo Zodiacal de Leo (Fijo de Fuego).
6º. Realización-Cambio, participa de los efectos dinámicos de los Elementos Fuego (que le es propio) y Tierra (su posterior). Se corresponde con el Signo Zodiacal de Sagitario (Mutable de Fuego).
7º. Materialización-Inicio, participa de los efectos dinámicos de los Elementos Tierra (que le es propio) y Fuego (su anterior). Se corresponde con el Signo Zodiacal de Capricornio (Cardinal de Tierra).
8º. Materialización-Establecimiento, participa plenamente del efecto dinámico del Elemento Tierra. Se corresponde con el Signo Zodiacal de Tauro (Fijo de Tierra).
9º. Materialización-Cambio, participa de los efectos dinámicos de los Elementos Tierra (que le es propio) y Agua (su posterior). Se corresponde con el Signo Zodiacal de Virgo (Mutable de Tierra).
10º. Regeneración-Inicio, participa de los efectos dinámicos de los Elementos Agua (que le es propio) y Tierra (su anterior). Se corresponde con el Signo Zodiacal de Cáncer (Cardinal de Agua).
11º. Regeneración-Establecimiento, participa plenamente del efecto dinámico del Elemento Agua. Se corresponde con el Signo Zodiacal de Escorpio (Fijo de Agua).
12º. Regeneración-Cambio, participa de los efectos dinámicos de los Elementos Agua (que le es propio) y Aire (su posterior). Se corresponde con el Signo Zodiacal de Libra (Mutable de Piscis).

A continuación presentamos un esquema gráfico que sinteriza y resume las ideas, hasta ahora expuestas, sobre el ritmo esencial y los procesos del ciclo vital de transformación, dando así por concluido este segundo capítulo dedicado a las bases de la Astrología.




BIBLIOGRAFIA DE ESTE CAPÍTULO

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- El presente CAPÍTULO 2º: TAURO, EL TORO.  Las Bases para Crecer. (Bases históricas, filosóficas y astronómicas de la Astrología. Conceptos básicos).



- Astrologia Gallica. Jean Baptiste Morin de Villefranche. Trata de las fortalezas y debilidades de los planetas, tema de gran relevancia e importancia para la astrología pero que había sido tratado de forma confusa e imperfecta por los antiguos astrólogos.



- Corpus Hermeticum. Hermes Trismegisto. Este conjunto de libros refleja los textos atribuidos a Hermes Trimegistro, el padre de la filosofía hermética. La fuente de estos textos son manuscritos del final de la edad media y de los siglos XIV y XV. Se cree que son copias de otros que han sido perdidos en el transcurso de la historia del hombre. Los textos traducidos provienen de su versión en griego a excepción del Asclepio cuyo manuscrito está en latín. Se cree qué la versión griega es una traducción del original egipcio.



- El Tao de la Física. Fritjof Capra. Editorial Sirio, Malaga, 1996. Una relación entre la física moderna y el misticismo antiguo a través de la exploración de los paralelismos entre la física moderna y el misticismo oriental. Este libro supuso el punto de partida de estos estudios sobre la concepción e interpretación de la naturaleza del universo.



- La danza de los Maestros de Wu Li. Gary Zukav (1999). GAIA Ediciones, Madrid. La nueva física, sin matemáticas ni tecnicismos para los amantes de la Ciencia, de la Filosofía y de la Sabiduría Oriental.


- La teoría de la Armonía de las Esferas. Rubén García Martín. Formato pdf. Universidad de Salamanca Departamento de Didáctica de la Expresión Musical. La teoría de la armonía de las esferas del libro quinto de Harmonices Mundi  de Johannes Kepler.



- Tao Te King: Libro del Curso y de La Virtud. Lao Tsé. Editorial Siruela, Madrid 1998. El Tao Te Ching (Libro sobre Tao y Te) fue escrito hace aproximadamente 2500 años por el gran adepto espiritual  chino Lao Tsé. Es uno de los libros sagrados de oriente, la base del Taoismo, por tanto uno de los textos fundamentales de filosofía antigua y metodología para el desarrollo espiritual, clave para encontrar una vida plena, en unión con el todo.

1 comentario:

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